FiOreliTah16 Descubres que Edward quiere suicidarse
Cantidad de envíos : 302 Edad : 31 Localización : En Isla Esme con Edward (: Fecha de inscripción : 08/01/2010
| Tema: Relaciones Íntimas entre Edward y Bella (Fics)(+16) xD Dom Ene 10, 2010 2:23 am | |
| Recuerdo del primer mensaje :Me gustaria saber qe opinas zObre laz relaciones de Edward y Bella en Amanecer qe t parecieron?? Ami parecr debio pOnerle un tOno mas "picante" no digO k lo describa con pelOs i señales perO un poco mas..... no habria idO mal no? n fin de tOdaz formas me gutO weuu ustedes qe me dicn?¿ Miren aqi les dejO algo qe encontre en Otro fOro una chika lo scribio (fics) i esta bn chvere lo scribio desde el puntO de vista de Edward (como qe lO completo jiji) cheqeenlo ISLA ESME
El agua del océano lamia perezosa mis extremidades,haciendo que me estremeciese,era extraño,porque en comparación con la temperatura de mi cuerpo,casi la notaba hirviendo,y sin embargo,temblaba,escalofríos que en oleadas me recorrían desde la cabeza a los pies,sin que pudiese evitarlos,ante mi, la noche no tenia secretos, podía oír, oler y casi saborear el aire cargado de salitre, humedad y vida marina, aunque las sabias criaturas acuáticas, advertidas por mi proximidad, se hubiesen desvanecido en la noche. A lo lejos, en la casa, el corazón de Bella percutía como un tambor, haciéndome respirar agitado, como si necesitase ese aire para vivir, los nervios destrozados porque La Espera había llegado a su fin. Debía reconocer que bajo el miedo, el deseo corría por mis venas, ardiente, tempestuoso, inevitable, ya no el hambre de aquella sangre que olía a ambrosía, era aquel cuerpo tierno, cálido,aquellos labios, aquellos ojos, me moría de ansias por tomar aquello y hacerlo mio, rendirlo a mi de mil maneras diferentes. En cien años no había ni podido imaginar cuan fuerte era la pulsión sexual, era casi un niño cuando había dejado de ser humano,y nada, en aquellas décadas, me había impulsado a fantasear sobre el sexo, sobre unir mi cuerpo al de otro ser, enterrarme en alguien y perderme a mi mismo en otros brazos. En cierto modo, aquel era el rasgo mas inhumano de toda mi solitaria existencia. Entonces había llegado Bella, con su olor, tentándome, como una fruta prohibida, deseándola con codicia asesina primero, anhelando conocerla después, desenhebrar el misterio de su mente, conocer su alma. Darme cuenta que la amaba, se había convertido en el motivo de mi existencia, luchar día a día por mantenerla viva, y ahora era mía, al fin, iba a cerrarse aquel circulo, ella me iba a devolver, sin saberlo, la parte mas humana de mi mismo, una que ni siquiera sabia que había dejado en el camino. La avidez arañó mi cuerpo, casi como un dolor físico al oírla acercarse, olerla me golpeó el plexo solar, inundando mi sistema con aquel delicioso efluvio tan característico de ella, ni mil aromas en el mundo podrían compararse a ella, jamás, nada, ni nadie, había fascinado mis sentidos como aquella fragancia, aquel gusto dulce, amargo, caliente y picante en el paladar, mi boca se humedeció suavemente y aquel dolor fue bien recibido, porque aquel dolor me decía que Bella estaba allí, que se había decidido y por aquella muestra de confianza, una más entre miles de las que me daba cada día, por solo aquel pequeño gesto, hubiese dado todo cuanto era, hubiese dado el alma que ella creía que yo tenia.
No me moví, no podía, de pronto consciente de que por primera vez estaba desnudo por completo frente a Bella, inseguro de mi, notaba como se acercaba lentamente, el agua ondeó hasta mi cuerpo, trayéndome su esencia. El aire se saturó mareándome ligeramente, inspiré llenándome de ella aun mas, como un borracho busca olvidarse en el alcohol, queria perderme en su perfume. Tomé su mano con delicadeza, era tan cálida, hundí la mía en el agua, la noté firme, el pulso rápido de sus venas como único indicio de su agitación, sus inspiraciones quemaron mi espalda, ¿Era posible que mi piel se erizase? porque podría jurar que si, que tenia la piel de la espalda en carne viva, me ardían todos y cada uno de los poros, mis terminaciones nerviosas se agitaron como fieras largamente dormidas.
“hermosa”susurró ,su voz como un canto de sirena que me hizo acercarme un poco mas a ella, solo unos centímetros, lo suficiente para mirarla de frente, jadeé. ¿Era posible para un ser como yo perder el aliento?, ¿Era posible que mi corazón hubiese perdido un latido?. Aquel musculo que creía muerto retumbaba dentro de mi, haciéndome vibrar, las puntas de los dedos me ardían,hormigueando de necesidad, solo una vez, me juré, tocaría aquellos pechos jóvenes y lozanos, de puntas color frambuesa solo una vez... Paseé, extasiado, los ojos por aquel cuerpo joven y delicado que se alzaba ante mi como tantas veces había soñado, cuando aun esta situación me parecía una utopía...cuando ni siquiera me quería permitir el soñar con aquello , y que de todas formas, había imaginado, una y mil veces.
“pero yo no usaría la palabra hermosa”, logré articular, ”No comparándola contigo”
Ella no dijo nada, solo acercó su mano y acaricio mi pecho y el deseo se volvió de pronto algo intolerable, note mi organismo vivo, incandescente, mis músculos de piedra se tensaron hasta lo imposible y, de pronto sentí miedo, no sabia realmente si iba a amarla o a destruirla, tal era el ansia que me acometía en oleadas. La boca se me hizo agua al respirar su aroma, que venia aderezado con algo nuevo esta vez , algo que ni yo mismo reconocía, pero que sabia que era su cuerpo, deseándome, el aroma de Bella excitada por mi , era mas de lo que podría soportar. Sentí miedo, de mi mismo, porque yo era un cazador, un verdugo y aquella parte de mi cuerpo que me pedía a gritos hundirse en su interior, no razonaría, estaba a segundos escasos de perder el control y no podía, habíamos llegado demasiado lejos para hacerle daño, moriría si le causaba algún dolor. ”Te prometí que lo intentaríamos”, conseguí susurrarle, la garganta insoportablemente ardiente, no solo ya por el olor de su sangre, sino por el olor de aquella nueva esencia, ”Si…si hago algo malo, si te lastimo, me debes decir inmediatamente”
Aunque reinaba las oscuridad, mis ojos de monstruo, de predador, me permitieron verla afirmar lentamente, y a cada nuevo movimiento, su olor enloquecedor me inundó , haciéndome boquear, el deseo nublando mis demás sentidos, el mundo encogiéndose vertiginosamente a nuestro alrededor. Noté como me abrazada, como si, instintivamente, supiese cuanta presión aplicar en aquel delicado equilibrio que era mi cordura, me tambaleé suavemente, abrazándola a mi vez, derrotando mis miedos, la acaricié, era seda ardiente bajos mis frias manos, calidez bajo mi tacto helado, ”no tengas miedo”, imposible, pero mi corazón muerto saltó dentro del pecho, las venas me rugieron, acaricie la longitud de su espalda, recreándome en sus redondeces, tan distintas de las formas de mi propio cuerpo. ”nos pertenecemos”, la oí decir como en un sueño. Todas y cada una de las piezas de mi existencia fueron cayendo una a una, colocándose en su lugar, y volví a sentirme humano entre sus manos, que me acercaban aun mas a ella, sin rastros de miedo en su esencia, solo aquel olor a almizcle, que ya reconocía como su deseo, ”para siempre”, recité, mas para mi mismo que para ella, aunque supe que me había escuchado, ¡Estábamos tan cerca! Jamás en mis mas de cien años, había estado tan cerca de un humano...y alli estábamos, hundiéndonos en aquel agua cálida y sin olas ,que nos abrazaba como una segunda piel, separándonos del mundo circundante. Acaricié con suavidad sus costados, subiendo suavemente hasta alcanzar al fin sus pechos, que latían enloquecidos, la miré a los ojos, buscando y maravillánome , ella en verdad estaba disfrutando aquel momento, sus pequeñas manos me acercaron aun mas a ella, ¿Era posible estar aún mas cerca?, me dije, nuestros cuerpo estaban uno junto al otro, nuestras piernas entrelazadas, sus manos me asían, inexorables, tirando de mi, y me dejé llevar, al igual que una marea. Mis manos se detuvieron en sus pezones, maravilladas por su tacto, noté como se erizaban con mi contacto y durante un fugaz segundo, quizás menos, me pregunté si era debido a mis dedos, o a mi temperatura..sin embargo, un nuevo estimulo inundó mis sentidos, eclipsando todo lo demás, debía besar aquellos montículos. Sin darme cuenta, mi lengua ya jugueteaba suavemente con uno de ellos mientras con mis brazos alzaba a mi mujer para poder alcanzarla con comodidad, me estremecía ante aquella suavidad, aquella exquisita calidez, los sonidos que escapaban de su garganta no servían nada más que para para llevarme un escalón más arriba en aquella interminable escalera de placeres desconocidos . El agua batía a nuestro alrededor, pero aquello no era una molestia, muy al contrario, se había convertido en una más de las caricias sensuales que nos prodigábamos ambos, bajo sus manos descubrí nuevamente que tenía una piel, noté la calidad de mis músculos, que la sujetaban con la justa fuerza, sin dañarla, pero sin dejarla resbalar, descubrí la suavidad de mi pelo, que se enredaba entre sus dedos mientras al fin nuestras bocas se entrelazaban en una danza sensual. Nuestras lenguas unidas, sorbiendo la vida una de la otra.Descubrí que mis piernas firmenente enterradas en la arena del lecho marino eran justo el ancla que ella ansiaba, sus palmas redefinieron nuevamente mi espada, mis muslos, dandole vida a mi cintura, a la piel casi delicada de mis ingles, que ella acarició con dedos sensibles, jadeé, porque quería más. Quería que me tomase con sus manos y apretase, fuerte, rápido, que mordiese, que arañase, la miré a los ojos y guié su mano, la mia temblaba, la suya era firme, decidida, mordí su labio inferior al notar sus caricias, tan arrebatadoras que temí derramarme en aquel momento. Bella se acercó aún más, inexplicablemente sabia y detuvo su mano, que subió despacio, tanteando mi ombligo y recorriendo el camino hasta mi cuello, su aliento me abrasaba la cara,"Bésame Edward"
Durante unos segundos, escuché unos sonidos guturales, que llegaron a asustarme, eran maullidos, gritos y cantos, todo a la vez y mi alma se elevó, permitiéndome ver que éramos nosotros dos, abrazados, los que gemíamos al unisono, entonando una canción tan antigua como el mismo universo, que daba cabida a seres como yo, como el mismo universo, que la había creado a ella.
Jadeando, imposibilitado más que a actuar a base de los impulsos más primarios, miré sus ojos de color chocolate, sus labios estaban hinchados por aquellos besos apasionados, pero Bella no me permitió una centésima de cordura, tiró de mis cabellos nuevamente ,entrelazando su lengua a la mía, como si el mundo se acabase y, en aquel momento, deseé que fuese cierto, porque nuevas sensaciones se acumulaban en mi, urgencias que me hacían apretarla aún más cerca, aún más cerca, quería que ella estuviese aún mas cerca del epicentro de mi mundo, que su núcleo, estuviese aun más cerca del mío. Gimiendo, casi llorando , la alcé sin esfuerzo, era tan liviana como una pluma y a la vez, supe que tenía en mis manos el centro mismo de mi mundo, sus piernas se ciñeron en mi cintura, como si aquel lugar, hubiese sido diseñado para aquel fin, el olor intoxicante de su humedad me inundó, pese al salitre del mar, pese a las olas, a pesar del mundo, yo podía olerla, casi degustar como si de un vino se tratase todas y cada una de las esencias que su cuerpo me regalaba, porque aquello era el regalo, que, sin saber porqué, la vida me estaba haciendo a mi, al monstruo que una vez había soñado con beber todas y cada una de las gotas de aquella sangre que pese a ser tan deliciosa, frente a aquel olor, quedaba en un segundo plano.
Acaricié sus nalgas, apreciando la textura sedosa de sus músculos bajo la piel, notaba como sus manos entretejían arabescos enloquecidos por los planos de mi espalda, como sus palmas le daban forma a mis glúteos haciéndome consciente de que yo era un ser vivo, con sentimientos , con deseos, disfruté de la delicadeza de su lengua en mi oreja, de como bajó despacio por la linea de la mandíbula y encontró el hueco de mi cuello, donde en otra vida, hacía eones, el pulso hubiese latido enloquecido, ella construyó para mi un cuerpo que creía perdido, le dió sentido a mi pecho, a mi cintura, a mi sexo, que acarició mientras sus ojos me hipnotizaban, perdido en la lujuria que sus dedos ardientes desataban con aquella caricia, arriba y abajo, volví a jadear, cuando ella apretó con suavidad, firmemente, una vez más. Mis manos, que la asían, temblaron, apretando mis dedos en torno a sus posaderas, hundiendo mis frios dedos en la carne ardiente. “dios mio” , el quejido indefenso escapó de mi garganta como una plegaria,"Bella por dios, no sabes lo que me haces" ante aquel asalto de sensaciones que me llevaban, me envolvían como un maremoto y que no me dejaban pensar, luché contra mis manos, que la apretaban mas y mas, en un mero intento de fundirla con mi piel, tal era la necesitad que tenía de ella. Sentí la caricia de los cortos rizos oscuros entre sus piernas y los acaricié con la punta de los dedos de la mano que había liberado de su espalda, sonreí ante su evidente placer, ante el gesto extraviado de sus ojos, que se perdían en los mios, introduje suavemente un dedo entre sus pliegues y la miré, solo deseo, placer, se agitó, su cuerpo se cerró voraz en torno a aquel dedo y temí enloquecer, mi propio sexo latía, y la sed de mi garganta no era nada comparada con el ardiente deseo que se arremolinada en mis caderas.
El olor de su cuerpo era como un fuerte licor que se condensaba en mis venas, mi boca ardía de ansias, morderla, libarla, probar aquella esencia que me hacía hincarme de rodillas. Salimos del agua en una danza enloquecida, jadeando, la escuché sollozar, pero mi cerebro no registró alarmas, sabía que no era dolor lo que ella sentía, sino ansias, deseos de mis manos, de mi piel. Caimos en la arena jadeando, resollando mientras nos besábamos, las manos demasiado ocupadas para amortiguar la caída, el cuerpo demasiado estimulado para sentir nada, salvo aquel tacto embriagador.
“Edward” aquella llamada acabó por embotar mis sentidos, ya de por sí alarmantemente aletargados, necesitaba de ella, y aquello no podía esperar más, una bestia, aún más feroz que la que reclamaba su sangre, pedía a gritos catar su esencia, como un ciego, besé su cuerpo, construyendo el mapa de su anatomía con mis labios, mis manos y mi lengua, no hubo centímetro de piel que no besase, ni poro que yo dejase sin explorar, y para mi deleite, Bella respondía a cada beso y cada caricia con el mismo abandono que yo le estaba ofreciendo. Nuestros cuerpos entrelazados, como si, verdaderamente, hubiésemos nacido el uno para el otro.
“Bella mi vida, debo probarte” recé al viento mientras la miraba, estábamos tumbados en la fina arena, húmeda por las lánguidas olas, que repicaban al fondo como una música lejana, acunándonos, una y otra vez, ”Bella Debo Probarte”. La urgencia, aquella sensación parecida a la sed se acumulaba en mi boca, lubricándola, tensando mis caderas, que se agitaron, embistiéndola sin remedio, ”Debo hacerlo Bella” casi lloré al ver su rostro rosado, los labios entreabiertos, su aliento ardiente quemando mi rostro, y fui incapaz de detenerme, aspirando el rastro de aquella esencia, que cantaba para mi, solo para mi, saboreé sus pechos, sus pezones, tracé un tierno camino hasta su ombligo, donde hundí la lengua. Jadeé goloso al oír sus lamentos, al sentir, que sus manos detenían mi cabeza en aquel preciso lugar durante infinitos instantes, pidiendo más en silencio. Me derretí de ganas ante el calor que desprendía aquella piel enfebrecida, con dedos ligeros busqué, al fin, el epicentro de su cuerpo, aquel punto incandescente que me llamaba una y otra vez, y que bajo el toque frío de mis manos, cobró vida y latió, a la par que sus venas, al unisono con su corazón.
Sin poderlo resistirlo más, lo probé, y gemí, porque jamás hubiese creído que algo en Bella pudiese tener tanto poder sobre mi como el canto de su sangre, como mi amor por ella, pero en ese instante, el sabor de su sexo en mis labios ,el gusto unico derramándose por mi garganta, borró de mi vista pasado, presente y futuro, cortó cualquier lazo con la realidad circundante y nos llevó a ambos a otro estado distinto de la conciencia, allí no había ponzoña,sangre, o miedo. Allí solo fuimos Edward y Bella, una confusión de miembros entrelazados, de manos unidas, de almas aprisionadas ante una avalancha que nos llevó lejos de todo cuanto conocíamos. Mi lengua incansable trazaba dibujos, reseguía senderos una y otra vez, bebiendo aquella humedad, arrancando quejidos de su pecho. Y mientras, mi cuerpo pedía más, porque aunque sentía sus pétalos latir en torno a mí, mi respiración se tornó errática, aquel éxtasis no era suficiente, yo notaba que aún podíamos arrancar un poco mas de placer de aquella noche. Mis dedos codiciosos arquearon su cintura y sin esfuerzo, conseguí estar entre sus piernas, tenerla expuesta ante mi, los pliegues rojizos de su sexo, hinchados, como una flor exótica, su olor que sentía caliente por mis venas, me hacía llorar de deseo. ”Edward” la súplica, el ruego, el sollozo de Bella acabó por desquiciar mis maltrechos sentidos y el poco auto control que conservaba. Giré sobre mi mismo, en un vago intento de supervivencia y dejé que ella se quedase a horcajadas sobre mi. El pensamiento deshilachado de no aplastarla me llegó,como un suspiro. Sin embargo la visión de sus pechos me volvió loco, gruñí mientras los devoraba con la boca, succionando las rosadas cumbres y los amasaba con las manos, casi volví de nuevo a girar, pero en aquel momento, nuestros ojos se entrelazaron en el silencio, roto por nuestras respiraciones, rápidas, ásperas y roncas de hambre, que cantaban nuestro amor en la noche oscura. Nos besamos lentamente y dejé que probase su esencia en mis labios, mientras con mis manos en la cintura la llevaba despacio hasta el lugar adonde pertenecía, sus muslos delgados, se alzaron, acomodándose en torno a mi cadera. Ninguno de los dos dijo nada, porque en aquel exacto momento, el universo se detuvo.Y empezó a girar enloquecido desde el punto exacto donde nuestros cuerpos se unían, frio y calor, derritiendose, complemetandose. Me noté a mi mismo entrando dentro de ella, cada una de las células de mi cuerpo consciente de lo suave, estrecha y resbaladiza que era. Quise gritar, cantar de dicha, ella se deslizó aún mas, guiándome en su interior, entrelazamos nuestras bocas, yo aún bajo su cuerpo, a medias tumbado, a medias sentado, sus muslos en torno a mi cintura, se alzó retirádose y volviendo a dejarse caer, y mi cabeza giró. Estaba completa, absolutamente extasiado ante aquel movimiento, ante sus sonidos , ante la perfeccion pura de aquel momento. El cuerpo de Bella era ardiente y húmedo, resbalaba, acogedor, pulsando ante el placer que mi boca le había dado, y aquella mera idea, el mero recuerdo de mis labios en su sexo, espoleó mi deseo, sin pensarlo, embestí dentro de ella, a fondo, notando la fina vaina que nos unía, de aquel modo tan soberbio e incomprensible, que nadie en el mundo podría jamás describir. En aquella milésima de segundo supe que había llegado al hogar, que por sólo aquella exquisita sensación, merecía la pena morir una y mil veces, me retiré unos centimetros para poder mirarla, deseando poder leer en su mente que era lo que sentía ella ante la invasión de su cuerpo por el mio y en el silencio nuestros ojos se entrelazaron. El éxtasis de nuestra unión nos impedía hablar, pero no acariciarnos, porque de pronto, aquel acto fue tan natural como respirar, o alimentarse, giramos y mis caderas sabias, danzaron con la fuerza justa y con que cadencia necesaria, y ella supo que,si apretaba mis nalgas, el placer que yo sentía se multiplicaba, que aunque mi piel es dura como el diamante,sus dientes arrancaban en mí gemidos de dicha, que sus dedos serpenteando en mis pezones conseguían hacerme perder la razón, o que si, lamía mi cuello justo detrás de la oreja, mis manos temblaban enloquecidas. Que sus manos entralazadas en los mechones rojizos de la nuca me procuraban emociones indescriptibles. Su orgasmo, consiguió que mi cuerpo, a su vez, explotase en un millón de sensaciones que jamás hubiese sabido que existían,una y otra vez, note como me vaciaba dentro de ella, mientras la besaba, entremezclados con nuestros fluidos, sentí el regusto de aquel sabor único y mi ser cobró vida otra vez.
Jadeando, me erguí cual alto era con ella en brazos, olvidados ya cualquier rastro de tonto e infantil pudor, nos miramos a los ojos en silencio, porque en aquel preciso instante la enormidad de lo que acabábamos de hacer, nos inundó, llenándonos de gozo. Empezamos a reír y fui incapaz de reconocer mi propia voz. La arena se pegaba a nuestros cuerpos como una segunda piel y yo quería disfrutarla de nuevo, otra vez, pero de mil maneras distintas.
“Ven mi vida”, canturreé en su oído, arrancando risas de nuevo, “quiero que seamos uno otra vez”
La noche se extendía ante nosotros,y se me antojó eterna y llena de posibilidades....
IMAGEN EN EL ESPEJO
Mis brazos se cerraron en torno al cuerpo de Bella creando una cuna en la cual transportarla , era algo imposible, pero sentía latir mi cuerpo al unisono con el de ella, que percutía, lejano, transido, tras los momentos que acabábamos de compartir sobre la arena. Más yo, lejos de estar cansado, cantaba, vivo, como jamás en décadas hubiese creído posible, mis manos mecieron mi preciada carga mientras entre risas, paseaba despacio,sin prisas, casi como si hubiese sido humano, de camino a la casa, permitiéndome disfrutar de la brisa marina, húmeda y cálida, que nos abrazaba como un amante. Aunque mis ojos me permitían ver a la perfección aún en la oscuridad reinante, en deferencia a los sentidos humanos de mi mujer, encendí varias lámparas de luz tenue y dorada a nuestro paso, por nada del mundo quería que no viviese aquellos instantes con la misma intensidad que yo. Mis pies descalzos no hicieron ruido en mi ruta hacia el baño, donde, al llegar,deposité a Bella con suavidad. Repentinamente nervioso, cogí sus manos y nos distanciamos, solo la longitud de nuestros brazos extendidos, paseé mis ojos por su desnudez, buscando daños. Ella, con aquel infalible radar suyo, sacudió la cabeza, negando. “Edward...todo está bien”, su voz tranquila fue un bálsamo en mis oídos, inspiré y expiré, llenándome de su perfume, permitiendo a la quemazón adueñarse de mi garganta por unos instantes, antes de volver a dominarla, por el simple placer de saberme dueño de mis instintos. "Ven”, tiré de ella y abrí los grifos, liberando el agua caliente que nos mojó de forma casi inmediata de pies a cabeza, reímos, ligeramente azorados, pues nunca nos habíamos bañado juntos, la miré a los ojos, divertido por la turbación de su mirada. Nos besamos despacio, en mis labios aún degustaba restos de su esencia. En los de ella pude notar mi olor, mi sabor, y rastros de salitre marino, un regusto a mar y algas. Gemí porque de nuevo sentía el vértigo del deseo, arrastrándome lejos de mi mismo, llevándome a sitios desconocidos, aterradores y fascinantes, porque en el curso de aquellas horas, estaba descubriendo facetas de Edward Cullen que jamás hubiese soñado poseer.
Bella tomo el jabón que le tendí, indeciso. Con manos suaves llenó mi pelo de espuma,bajando luego hasta mis hombros y la espalda, haciéndome temblar de anticipación. Despacio, tomé a mi vez el jabón que ella me devolvió y comencé un nuevo juego de exploración, maravillándome del brillo marfileño de su piel, en contraste con la mía, que, aún en la semioscuridad, desprendía destellos de madreperla. Noté por el brillo líquido en sus ojos cálidos que aquella yuxtaposición le gustaba, y de pronto, sentí mis temblores desaparecer. ”Ah Bella” casi sollocé, rozando con mi aliento su coronilla mojada, “Cuanto te quiero” La espuma perfumada me dio una nueva posibilidad táctil que nunca antes había conocido, bajo el chorro de agua caliente, mis manos fueron serpientes que culebrearon, ensortijadas en cada uno de sus huecos y hondonadas, y aquello estuvo bien, porque éramos una sola persona, porque estaba irremediablemente subyugado ante aquel descubrimiento erótico, ante el nuevo mundo de relaciones y posibilidades por explorar. Sus manos masajeron mis cabellos, alisando los díscolos mechones dorados hacia atrás, cerré los ojos, porque descubrí que así, las sensaciones se intensificaban aún más, si aquello era posible,. Sus yemas trazaron el contorno de mis pómulos, resiguiendo los planos de mi piel y de mis huesos. Era bastante mas baja que yo, así que tiró de mis hombros cuando necesitó seguir aquellos senderos recién descubiertos, no con los dedos, sino con los labios primero, y con la punta de su lengua después. Jadeé ante aquel ardiente contacto, notando como mi cuerpo se estiraba y erguía en respuesta a aquella invasión sensitiva tan exquisita. ”Ay Bella”, hubiese llorado de placer de haber podido, pero en cambio, mi alma rugió desperezándose de un letargo que había durado mas de cien años. “no te imaginas lo que me haces”, le murmuré junto a sus labios, alzándola hasta mi boca hambrienta, que devoró sus labios, su cuello, sus sensibles senos. Jadeábamos otra vez, como si el denso aire de la habitación se hubiese convertido en algo viscoso y espeso casi imposible de respirar, como si el tiempo se hubiese vuelto, a su vez, perezoso. Mis movimientos se volvieron lánguidos, como en un sueño, me vi levantando su peso sin esfuerzo y saliendo de la bañera. La visión de nuestros cuerpos, desnudos , reflejados en el espejo atrajo mi atención. Me robó el aliento la belleza de aquel momento, supe que atesoraría aquel recuerdo por siempre, Bella, expuesta ante el espejo, sus curvas sinuosas tentándome.La propia visión de mi mismo me hizo parpadear. ¿Era yo aquel hombre joven de mirada arrebatada?. ¿Era yo aquella “persona” que abrazaba a su mujer por la cintura, pegando su espalda a mi pecho, mientras mi boca reposaba a centímetros de sus suculentas venas?.¿Eran mis mejillas las que brillaban arreboladas?. Casi no me reconocía a mi mismo en el fondo dorado como la miel de aquellos ojos asombrados, mi rostro como con una nueva piel, mis labios mas suaves, mis manos, delgadas y elegantes, de dedos finos, se enredaban en los mechones de sus pelo oscuro. ”Tus amores son más deliciosos que el vino, y el aroma de tus perfumes, mejor que todos los ungüentos* “, recité cerca de sus oídos, inspirando hondo su olor, Bella gimió, deseando volverse, pero la visión frontal que me ofrecía el espejo seguía cautivándome, subí lentamente mis brazos por su espalda, llegué a los hombros y recorrí los suyos, ya secos gracias a la brisa ardiente y tropical. Tomé sus manos y las guíe hasta que estuvimos apoyados contra el lavamanos, ahora me encontraba practicamente recostado en su espalda delgada, pero el espejo me ofrecía el reflejos de sus labios entreabiertos, sus ojos salvajes, del baile sensual de sus pechos, que subían y bajaban al compás de la respiración, cada vez más rápida . "Grábame como un sello sobre tu corazón, como un sello sobre tu brazo, porque el Amor es fuerte como la Muerte*” , canté de nuevo, besando su nuca. Observándola desde arriba, deslicé mis manos de vuelta a su cintura, y desde allí, acaricié su vientre pálido y delgado, que tembló espasmódico, bajo el roce de las yemas de mis dedos helados. El triángulo oscuro entre sus piernas era como un imán para mi, ya podía oler de nuevo aquella esencia almizclada, de ámbar, de especias, de canela y de flores, que se arremolinada en mis venas y en el fondo de mi paladar, permitiéndome degustarla incluso antes de haberla probado. La boca se me inundó de humedad, y un quejido hondo surgió del mismo centro de si ser, tiré de ella abriendo sus piernas para mí, su trasero apretado contra mis caderas, proporcionándome un dolor físico en las ingles, en los glúteos. La necesidad de acometer casi imposible de refrenar. Mis piernas se entreabrieron, acomodando mi altura a su tamaño, notaba su aliento ardiente aún desde la distancia que nos separaba, pero ya nada podía hacer para detener mis caricias, que lujuriosas, atormentaban su cuerpo, mientras nuestras miradas permanecían entrelazadas a través del espejo. Mis dedos pálidos, que desprendían brillos perlados, se perdieron en su vértice, me maravillé de la sedosidad de aquellos rizos húmedos. Mientras que con la mano que seguía libre mimaba su espalda y sus nalgas, pero aún aquello no me bastaba, debía besarla, necesitaba catar su piel con mi boca. Me cernía sobre ella como un halcón, todos mis sentidos inhumanos fijos en la presa de su cuerpo, ella arqueó su espalda, y giro la cabeza, sin mover las manos. “Por...favor...”, suplicó con voz estrangulada."Por...Favor..." Gruñí al notar su trasero aplastado contra mis genitales, que ardieron llenos de anhelos. Enredé mi mano en su pelo y tiré levemente de los mechones, acercando mi boca asesina a su cuello, la mordí ligeramente, y chupé su piel, porque ya nada era suficiente, un frenesí me inundó ante el tacto sobre mi lengua de su piel, rápidas boqueadas de aire caliente, saturado de esencias inundaron mi ser. Volví a morder otra zona, era su nuca, chupé y lamí, quizás infligiéndole un dejo de dolor, mezclado con placer. Bella emitió un grito estrangulado, pues mientras la besaba, mis dedos se hundieron una vez en su resbaladizo interior, acompasé aquella caricia al baile de mi lengua y mis dientes sobre su piel y supe que debía volver a entrar en ella o morir. Me desprendí del último resto de cordura que aún hubiese podido acompañarme en aquel viaje, y entre jadeos, me estiré cuan alto era, con mis manos en su cintura, mi pecho subía y bajaba, eco silencioso de su corazón, que repicaba alocado. “Bella...Bella, debo hacerlo”, los gemidos de ella en respuesta me trastornaron, tenía mi misma urgencia dentro de su ser, sino más, y el entendimiento me traspasó como un rayo, derribando mis últimas salvaguardas de humanidad. “No sé si podré ser suave Bella”, murmuré, mas como una oración que como una frase que esperase respuesta. La garganta ardió, pero aquel dolor fue bienvenido, porque las sensaciones que mareaban mi cuerpo eran aún mas insoportables, temblé de ansias, de ganas de hundir mi cuerpo en el de ella. Palpitando, me guié hacia su interior, ah Dios Querido, era tan insoportablemente estrecha, estaba tan deliciosamente mojada que casi rugí. Mis ojos la buscaron en el reflejo del espejo, testigo mudo de nuestro amor y mirarla fue mi perdición. Me hundí en ella con un solo movimiento que me llevó al éxtasis por completo, escuché su quejido de placer, la observé mover sus caderas en respuesta a mis movimientos, sincronizados en una danza tan antigua como el mismo tiempo. Acaricié codicioso su espalda, apreté sus pezones erguidos, mientras con otra mano, alcanzaba su centro, que marticidé con las yemas de los dedos, sin piedad. Los gritos de ambos se entremezclaron en la noche cálida, componiendo una canción única, nunca jamás antes escuchada. El calor del Hambre me asaltó como una ola, obligándome a arreciar mis embestidas, sabía que estaba caminando hacia un precipicio y que debía llegar, llegar a lo más alto y en segundos, minutos u horas, ya que el tiempo dejó de tener su significado habitual, el placer creció, doloroso, elevándose como una presencia casi tangible entre los dos, llevándonos al borde, justo al borde. De pronto, el corazón de Bella latió aun mas rápido, ¿Era aquello posible, iba a matarla con mi lujuria?, la escuché gritar, ¿O era yo quien lo hacía?, su cuerpo me estrujo, una y otra vez, el orgasmo poderoso como una fuerza de la naturaleza, me hizo llegar a mi mismo al precipicio y saltar. Me sentí caer, caer, caer, una y otra vez, los latidos de mi cuerpo ingrávido amplificados por sus propias oleadas de placer en un segundo orgasmo que la hizo sollozar. Seguí meciéndome en su interior, los latidos de nuestros cuerpos amainando, pero sin querer detener aquel maravilloso placer, durante unos segundos, apoyé mi frente en su espalda y cubrí sus manos, que se asían al lavabo, con las mías. Salir de su interior fue casi sentir que me arrancaban un miembro, hubiese podido permanecer toda la eternidad dentro de Bella, rodeado por su ardiente seda, por su mareante olor. Conmovido, me erguí, llevándola de la cintura hasta apoyarla nuevamente contra mí. Nuestros ojos seguían conectados, así que en aquel momento de dicha, sobraron las palabras, la giré lentamente, quedando ambos frente a frente. Sus brazos se cerraron en torno a mi cintura, apoyando Bella su cabeza en mi pecho. Besé su coronilla y sin moverme, nos mecimos, tan lentamente que apenas nos movíamos, aún demasiado obnubilados para articular palabra o sonido alguno. No supe cuanto tiempo pasamos alli, en silencio, sin necesidad de decirnos nada. “Te quiero, Edward” murmuró Bella contra mi pecho, apretando aún más su abrazo. Miré nuevamente nuestro reflejo en el espejo, éramos un hombre y una mujer, solamente eso. Mis ojos rieron burlones ante aquel pensamiento, sacudí la cabeza, alejando mis miedos, tan eternos como mis deseos. Noté sus piernas zozobrar levemente, al momento, la angustia me llenó de pesar, estaba siendo un bruto insensible, sólo deseoso de saciar aquella hambre infinita. Me mordí los labios y la miré, sonreía, parecía intacta, casi febril, pero sana, entera, completa. De nuevo, sin ella saberlo, se había enfrentado a la Bestia y había salido victoriosa. “Ven mi amor”, tiré de sus manos, entrelazando nuestros dedos, la conduje hasta nuestra habitación, la enorme cama blanca nos esperaba.SperO q les haia guztadO xk ami zi xaitO Salu2
Última edición por FiOreliTah16 el Sáb Ene 30, 2010 6:47 pm, editado 6 veces | |
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