Nadie te entiende. Nadie entiende tus cambios de humor ni tampoco tus duros y rápidos cambios de pensamiento. ¿Qué te ha pasado? ¿Qué es lo que ha hecho que llegues a odiar a la persona que amas en tan solo unas horas? No lo sé ni yo, ni nadie, y hasta posiblemente tú tampoco lo sepas. Talvez estés confundido, o todo lo que te rodea te haga comerte la cabeza de tal manera que no te dé más capacidad para pensar. No hay explicación.
Tus palabras entran en mí como cuchillos lo bastante afilados como para atravesar un reforzado corazón. Mi cabeza se limita a recordar y a añorar todo lo bueno que había encontrado en ti y, a pesar de todo lo que pase o esté pasando, mi corazón solo tiene fuerzas para quererte. El reloj no cesa sus horas, se ha tomado unas largas vacaciones para descansar lo intensamente que le hacía trabajar al pasar el tiempo contigo, rápido y sin descanso alguno. Todavía no asimilo no tenerte para mí. Aún pienso que tal vez es una pesadilla de las que se viven intesamente, ¿la mala noticia? Llevo demasiadas horas durmiendo, por lo que se ve no me quiero despertar. Me duele pasar por los sitios donde los dos hemos estado y hemos compartido aunque sea una miserable mirada, o un minúsculo abrazo o beso, o haberte cogido de la mano.
No sé si alguien lo sabía o no, pero yo no tenía ni la más remota idea que en esta mezcla de pesadilla con la vida pudiera llegar a tal punto en que no hay fuerzas ni para llorar, ni para comer, ni para beber, ni para andar, ni para nada. Solo hay fuerzas para soportar el peso del corazón.
La vida es un portal.Yo te he esperado, abriéndote esa puerta principal a mi corazón, has venido y has entrado a mi casa sin ningún temor ni miedo, pero también has llegado a irte, dejando esa puerta cerrada con llave. Aún sigo en el mismo sitio que empecé a amarte.