"Con delirantes colores ardió la estrella,
Que antaño vislumbré tan bella;
Todo era triste, ya no había felicidad
Y en mis ojos destelló la verdad."
H.P Lovecraft.Inexistencia ArdienteMi corazón producía un sonido hueco, decadente, análogo al ritmo de mis pasos. Los árboles proyectaban sombras en el sendero creado por mi imaginación. Los pájaros cantaban. A lo lejos, un arroyo cristalino fluía por las inmensidades de aquél bosque recóndito y escondido. Las nubes esperaban por corromper mi concentración, con el estruendo de la lluvia. Por el momento todo estaba quieto, en calma. El silencio era profundo. O eso creía, ya que me encontraba increíblemente aturdida.
Mi mirada no era sólo un despojo de aquélla ausencia que antaño hubiese producido un dolor apabullante; hoy era sólo el esbozo de un recuerdo confuso, el grito de una verdad escondida, el resplandor de una crónica de mentiras.
Bordeé el arroyo de cristal siguiendo su curso, dejándome llevar por su decadente fluidez. Sentí pequeñas gotas de lluvia helada resbalándose por mi piel, que producían el barro que ensuciaba mis piernas y mis pies. Mi cabello mojado se pegaba a mi rostro con el movimiento cada vez más acelerado e impaciente de mi cuerpo. Tenía la vista levemente cegada; ahora todo lo que vislumbraba era la cortina de agua que a veces me impedía avanzar por causa de su brutal fuerza. Mis fosas nasales se encontraban impregnadas del aroma a tierra mojada que evocaba a mis pensamientos.
Caminé, caminé, caminé. La lluvia ahora era sólo una tenue llovizna de verano. Vislumbré la desembocadura del arroyo: una pequeña laguna rodeada de diferentes variedades de flores, setos, árboles. Y allí terminaba mi desesperada caminata. Todo estaba concluido.
La lluvia cesó de repente, y el aroma de aquéllas flores de colores vagamente delirantes evocó aquél esbozo de un recuerdo, que ardía con una ferocidad infernal, queriendo vislumbrar la tan aclamada verdad.
Pero allí no había nada. Todo era vacío, soledad. La ausencia de su persona me gritaba al oído que todo había acabado. En realidad, que nunca había existido. Y a la vez, su voz inexistente me susurraba.
Y el destello de aquélla verdad vislumbré en mi mente. Todo era el producto de una ausencia prolongada.
Antaño él nunca había estado allí. Esas pisadas, esas miradas, esa sonrisa nunca habían pertenecido a él. No; ni siquiera habían existido.
Y el eco del dolor que había marcado su cicatriz en mi pecho, se volvió en completo real. Mi corazón estaba desgarrado, y ni aquél recuerdo vago e inexistente podría arreglarlo, porque ya era por completo permanente.
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Acá yo de nuevo con mis cuentos, relatos, historias... etc, etc sumamente raros
jaja.. Espero que lo entiendan y les guste, aunque sé que no es la clase de cuentos que le agradan a la mayoría (ya que la mayoría no lee mucho, ni menos la clase de libros que yo leo
)
Espero sus críticas, comentarios, opiniones, etc, que ayudan muchísimos a jóvenes como nosotros que se guían sólo por su inspiración
Gracias..