Amor & Muerte

El gemido lastimero de una noche sin fin se presentaba abiertamente fuera. Los encantados árboles al son del viento golpeaban las ventanas produciendo sonidos aterradores que harían estremecer a cualquiera. Y la tenue lluvia repiqueteaba en la tierra mojada.
Sentado en un gran sillón, se encontraba él. Con un viejo libro abierto entre sus manos gélidas y sus ojos perdidos en la inmensidad de la confusión. Debo explicar que su razón no se encontraba allí, por el momento; pero él esperaría día y noche, porque no había nada que le importara más.
Su pálida piel resaltaba en la penumbra; sus ojos dorados centelleantes estaban aterrorizados; mientras sus marfileños labios temblaban, reclamando esas palabras que nunca llegarían. Su mente se encontraba cubierta por un manto blanco y fino; no podía pensar. Sólo bastaba esperar, cubriéndose de paciencia.
Idénticamente la noche transcurrió. No puedo decir cuánto tiempo pasó, porque ya no había lugar en su mente para contar el minuto a minuto. El principio grisáceo de la aurora se asomaba levemente, cuando…
Se escuchó el chirrido de la pesada puerta de madera al abrirse. Sus ojos se iluminaron repentinamente y sus labios dibujaron una pequeña sonrisa. La espera había cesado.
Lentamente, la puerta se abrió. Por ella se asomó una tenue luz purpúrea que transparentaba aquélla silueta que él había estado esperando ver. Ella avanzó lentamente hasta su posición y se situó en frente. Él no pudo hacer nada más que levantarse y sonreír; su mente se encontraba exorbitantemente aturdida y feliz.
Estaba igual. Su cabello ondulado e infinito presentaba ese color castaño rojizo; sus ojos eran exactamente del mismo color, azul violáceo; y su sonrisa abarcaba casi toda su mandíbula. Tan sólo una diferencia se presentaba: su piel. Más pálida y transparentada. Semejante a la luz.
Tanto tiempo la había esperado, que ahora se sentía completamente estúpido al no encontrar palabras. Pero a ella ya nada le importaba; tan cerca lo tenía.
-Cumpliste tu promesa.- dijo él después de varios minutos. Su voz era un suave murmullo, pero que resaltaba un halo de felicidad. La miró a sus ojos, derritiéndose.
-Siempre lo hice.- dijo ella sonriendo. Dirigió su mirada hacia el viejo libro que todavía se encontraba en las manos de él y estiró sus brazos para recibirlo. Él no puso objeciones y se lo entregó rápidamente, teniendo cuidado en no acercar su piel a la de ella. Se miraron el uno al otro, embelesándose.
-Hoy volveré a nacer, porque otra vez te tendré conmigo, entre mis brazos, murmurándote palabras de consuelo, tal como antes.- dijo ella acercándose. Él sonrió como nunca antes, demostrando lo que significaban esas palabras. Estiró su brazo para tocarla. Pero ella, fortuitamente, se alejó unos cuantos pasos con una mueca de angustia dibujada en el rostro. Él comprendió rápidamente su error; pero no podía soportar alejarse de ella, por lo que avanzó esos pasos que los separaban. Se encontraban tan cerca, que él al exhalar su aliento, roció el rostro de ella con un aroma exquisito, tan semejante al principio de primavera.
Se sentía preparado para lo que vendría. Su corazón latía regular, lo que sorprendió a ambos. Y la felicidad desbordaba su alma. Tan sólo faltaba…
Se miraron a los ojos, y ella comprendió lo que eso significaba. Se acercó más y lo observó brevemente para que se preparara. Tomó aire.
-Te amo.- susurró, y por último exhaló su aliento en el rostro de él. Éste lanzó su último suspiro y cayó en el suelo. En su rostro se encontraba el fantasma de su última sonrisa de felicidad.
Ahora eran exactamente iguales en sustancia. Dos espectros totalmente enamorados; dispuestos a todo, hasta atravesar los más recónditos confines de la muerte que los había separado, y tan sólo por amor.

ta muy weno gracias
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muii biien qe boniitto